miércoles, 10 de mayo de 2017

ESTER. INTRODUCCIÓN. AMBIENTE.

Tres libros narrativos tardíos corresponden a la diáspora judía y están situados con coordenadas ficticias. Tobías entre los deportados israelitas en Asiria, bajo Salmanasar y Senaquerib; Daniel entre los deportados judíos en Babilonia, bajo Nabucodonosor y Baltasar, Ester entre la diáspora judía en Persia, bajo Jerjes (en cambio, la acción de Judit se desarrolla en Judea).

Los tres libros juntos, más otras informaciones, nos dan una idea genérica de la vida de los judíos en la diáspora. Nos ofrecen algunos rasgos comunes y otros específicos. El problema central es la identidad de un pueblo disperso y su relación con la cultura circundante. La diáspora es un hecho admitido con el cual se convive tranquilamente. No se siente el afán por volver a la patria ni se echa apenas de menos el templo y su culto. Al final de Tobías aparece Jerusalén como en un sueño glorioso y testamentario.

Los judíos conviven pacíficamente con los paganos, mientras no estalle una persecución. Personajes judíos llegan a ocupar puestos importantes en la corte: Tobit -de paso- como proveedor de Salmanasar, Daniel por su saber sobrehumano; en el presente libro, Mardoqueo y Ester, hasta el punto que el judío delata una conjuración contra el emperador. El libro de Tobías centra en un matrimonio el problema de la continuidad de una tribu, sobre un fondo de matanzas y pobreza, causadas por el emperador asirio. Daniel se salva varias veces del peligro de la muerte y recibe honores en la corte. En el libro de Ester, la persecución, movida por un valido plenipotenciario, intenta aniquilar al entero pueblo judío del imperio. Al final, sin intervención de ángeles (Rafael) ni de saberes cercanos (Daniel), el pueblo se salva.

No menos grave que la persecución declarada es el peligro de diluirse como minoría en la inmensidad heterogénea del imperio. A pesar de la dispersión, los judíos conservan unidad e identidad gracias a su legislación, sus libros y su memoria histórica. La religión pagana no parece ser peligrosa por su atracción; cuando intenta imponerse a la fuerza (Antíoco IV disimulado en clave), los judíos resisten victoriosamente y se mantienen fieles a su Dios.

En conjunto no parecen ser una minoría pobre y marginada, sí una minoría diversa (3,8). En ningún caso se muestran rebeldes al poder constituido, sólo reaccionan si son agredidos.

El colorido persa es certero en algunos detalles, como las suertes con su nombre persa Purín, llamar reina a la consorte, la compleja organización del imperio (obra de Darío I), algunos nombres. Son datos que el autor pudo conocer personalmente o de segunda mano.

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