miércoles, 10 de mayo de 2017

ESTER. CAPÍTULO 7.

Hundimiento de Amán

71El rey y Amán fueron al banquete con la reina Ester. 2Aquel segundo día el rey volvió a pregunar a Ester en medio del brindis:
-Reina Ester, pídeme lo que quieras y te lo doy. Aunque me pidas la mitad de mi reino, lo tendrás.
3La reina Ester respondió:
-Majestad, si quieres hacerme un favor, si te agrada, concédeme la vida -es mi petición- y la vida de mi pueblo -es mi deseo. 4Porque mi pueblo y yo hemos sido vendidos para el exterminio, la matanza y la destrucción. Si nos hubieran vendido para ser esclavos o esclavas, me habría callado, ya que esa desgracia no supondría daño para el rey.
5El rey preguntó:
-¿Quién es? ¿Dónde está el que intenta hacer eso?
6Ester respondió:
-¡El adversario y enemigo es ese malvado, Amán!
Amán quedó aterrorizado ante el rey y la reina.
7Y el rey, en un acceso de ira, se levantó del banquete y salió al jardín de palacio, mientras Amán se quedó para peir por su vida a la reina Ester, pues comprendió que el rey ya había decidido su ruina.
8Cuando el rey volvió del jarín del palacio y entró en la sala del banquete, Amán estaba inclinado sobre el diván donde se recostaba Ester, y el rey exclamó:
-¿Y se atreve a violentar a la reina, ante mí, en mi palacio?
9Nada más decir esto, taparon la cara a Amán, y Harbona, uno de los eunucos del servicio personal del rey, sugirió:
-Precisamente en casa de Amán han instalado una horca de veinticinco metros de alto; la ha preparado Amán para Mardoqueo, que salvó al rey con su denuncia.
El rey ordenó:
-¡Ahorcadlo allí!
10Ahorcaron a Amán en la horca que había levantado para Mardoqueo, y la cólera del rey se calmó.

Explicación.

7 Llegamos al desenlace, que el narrador sabe retrasar sin fatiga. Confrontación de Amán con Ester en presencia del rey, de modo que Amán no habla ni puede hablar. Ha perdido la iniciativa, la autoridad, aunque conserve aún el sello del rey.

Vuelve el juego de las ignorancias hábilmente explotadas. Asuero ignora el sentido y alcance de la maniobra de Amán; ignorancia culpable, al abdicar su responsabilidad permitiendo un decreto que condena a la reina por su raza; incluso celebró el decreto con un banquete. "El gobernante que hace caso de embustes tendrá criminales por ministros" (Prov 29,12). Ester ignora la reciente humillación de Amán ante Mardoqueo, o esa ignorancia la deja en la conciencia del riesgo. Amán ignora que Ester es judía; la ignorancia es inculpable, pero el criminal, al condenar en globo y sin distinción, carga con todas las consecuencias: entre los condenados puede haber incluso una reina. Prácticamente, in causa, ha atentado contra la reina, como los eunucos intentaron atentar contra el rey. Ha atentado contra el trono, porque "el trono se asienta en la justicia" (Prov 16,12).

En medio de la ignorancia, Ester se muestra lúcida: sabe, acusa y condena.

7,1-2 Segundo banquete y tercera oferta del rey. La triple oferta articula el relato y garantiza su validez.

7,3-4 Del primer banquete repite Ester enfáticamente las palabras "mi petición, mi deseo". La respuesta de Ester es para Asuero inesperada, sorprendentemente, oscura. Porque Ester, calculadamente, calla el nombre del reo, obligando a preguntar. El paralelismo y la rima subrayan la vinculación de dos valores inseparables ahora para Ester: su vida, su pueblo. En la estimación del rey vale más la vida de la reina, y Ester, tácticamente, la antepone; para la reina, que ha arriesgado su vida por su pueblo, éste vale más. La solidaridad se expresa modelando la frase.

"Vendidos", según fórmula común (Jue 2,14; 3,8; 4,2; 10,7), aludiendo quizá a la propuesta de Amán, 3,13. Ester insinúa que el decreto redunda en grave perjuicio del rey.

7,5-6 Ante Mardoqueo y ante su pueblo, Ester se ha salvado; ante el rey no ha flaqueado: "Manantial turbio, fuente corrompida es el inocente que flaquea ante el culpable" (Prov 25,26).

7,7 "La ira del rey es heraldo de muerte" (Prov 16,14). La breve escena retrasa la sentencia real y permite, con el silencio del reo, una nueva comprobación de su crimen.

7,8 Amán sigue bajando: humillado ahora ante una judía, pidiendo la propia vida como una limosna. Pero Amán, el desmedido, se propasa en su ruego insistente, quebranta las reglas del protocolo, y el rey, airado, interpreta sin matices el gesto. La denuncia de Harbona es otro agravante en el historial del reo.

7,10 "El justo se libra del peligro, el malvado ocupa su puesto" (Prov 11,8); "La justicia de los rectos los salva, los malvados quedan cogidos en su maldad" (Prov 11,6); "Cuando mandan los malvados, aumentan los crímenes; pero los justos los verán caer" (Prov 29,16). "Se calmó", como en 2,1.

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