miércoles, 10 de mayo de 2017

ESTER. CAPÍTULO 3, 1-13.

Amán y Mardoqueo.

31Pasado algún tiempo, el rey Asuero ascendió a Amán, hijo de Hamdatá, de Agag. Le asignó un trono más alto que el de los ministros colegas suyos. 2Todos los funcionarios de palacio, según orden del rey, rendían honores a Amán doblando la rodilla, pero Mardoqueo no le rendía homenaje doblando la rodilla.
3Los funcionarios de palacio le preguntaron:
-¿Por qué desobedeces la orden del rey?
4Y como se lo decían día tras día sin que les hiciera caso, lo denunciaron a Amán, por ver si a Mardoqueo le valían sus excusas, pues les había dicho que era judío.
5Amán comprobó que Mardoqueo no le rendía homenaje doblando la rodilla, y montó en cólera. 6Pero no se contentó con echar mano sólo a Mardoqueo; como le habían dicho a qué raza pertenecía, pensó aniquilar con él a todos los judíos del Imperio de Asuero.
7El año doce del reinado de Asuero, el mes primero, o sea, el mes de abril, se hizo ante Amán el sorteo, llamado <<pur>>, por días y por meses. La suerte cayó en el mes doce, o sea, el mes de marzo.
8Amán dijo al rey Asuero:
-Hay una raza aislada, diseminada entre todas las razas de las provincias de tu Imperio. Tienen leyes diferentes de los demás y no cumplen los decretos reales. 9Al rey no le conviene tolerarlos. Si a vuestra majestad le parece bien, decrete su exterminio, y yo entregará a la hacienda trescientas toneladas de plata para el tesoro real.
10El rey se quitó el anillo del sello y se lo entregó a Amán, hijo de Hamdatá, de Agag, enemigo de los judíos, 11diciéndole:
-Haz con ellos lo que te parezca, y quédate con el dinero.
12Los notarios del reino fueron convocados para el día trece del mes primero. Y tal como ordenó Amán, redactaron un documento destinado a los sátrapas reales, a los gobernadores de cada una de las provincias y a los jefes de cada pueblo,  a cada provincia en su escritura y a cada pueblo en su lengua. Estaba escrito en nombre del rey Asuero y sellado con el sello real.
13A todas las provincias del Imperio llevaron los correos cartas ordenando exterminar, matar y aniquilar a todos los judíos, niños y viejos, chiquillos y mujeres, y saquear sus bienes el mismo día: el día trece del mes de marzo, o sea, el mes de Adar.

Explicación.

3,1 Al cabo de dos capítulos, ricos en sucesos, entra en escena uno de los personajes principales. De los datos narrativos del libro se colige que era noble y funcionario de palacio.
El nombre del personaje podría ser persa, su filiación es dudosa: podría ser una deformación de un nombre persa desconocido, puede tener referencia bíblica. En el libro de Samuel (1 Sm 15,8-33) aparece un  rey amalecita capturado por las tropas, perdonado por Saúl, ajusticiado por Samuel; su nombre es Agag. Haciendo de este nombre propio una determinación étnica, "aguagita" equivaldría a "amalecita". Favorece esta hipótesis el hecho de que Mardoqueo sea un benjaminita, como Saúl. Otra vez Amalec e Israel enfrentados (cfr. Dt 25,19).

Para oídos hebreos el sonido puede tener también a la memoria la figura fantástica de Gog (Ez 38-39), y el nombre Amán suena parecido a Hamón (ejército, horda, en el mismo texto de Ezequiel). O sea, Amán Agagi suena casi como horda de Gog, síntesis escatológica de hostilidades contra Israel (los oídos hebreos están muy acostumbrados a estos juegos fonéticos y no preguntaban demasiado por la intención consciente del autor).

3,2 Como Ester entre las demás jóvenes, se destaca la conducta de Mardoqueo entre todos los cortesanos. Se puede interpretar y juzgar el gesto de varios modos. Como la ancestral hostilidad de un judío a un amalecita; y sería una resistencia no racionalizada; como expresión del orgullo de raza: "un judío no se inclina ante un funcionario real"; como expresión de independencia y dignidad.

La primera interpretación se basa en la lectura etimológica del nombre y hace explicable la actitud de Mardoqueo. La segunda interpretación la condena como orgullo. La tercera ve en él un modelo: hay alguien que en medio de tanto servilismo sabe mantenerse, y por ello se vuelve un reproche de los demás. El texto griego se sentirá obligado a disculpar el gesto de Mardoqueo frente a Dios, por motivos religiosos.

3,4 El que Amán no se haya dado cuenta por sí mismo parece indicar que Mardoqueo no lo hacía ostentosamente, que se perdía entre los demás. En el momento que se descubre su resistencia, puede convertirse en otra rebelión en palacio: si el judío no se somete, ¿por qué los demás han de hacerlo?; si no se somete por ser judío, igual harán los demás judíos.

3,6 Lo cual no justifica el designio siniestro. Es que Amán es desmedido: por una descortesía, un pogrom; por un hombre, un pueblo. El argumento de que es uno solo se ha revelado la perversión peligrosa de todos no es válido, no justifica el crimen.

3,7 Entre la decisión y la acción el narrador interpone una nota que considera importante, que refiere una suerte y una fecha. Aparte el sentido genérico de la fiesta de Purim (véase la introducción), la noticia resulta aquí particularmente siniestra. El hombre que ha decidido un genocidio por venganza personal, sin escrúpulos morales, se muestra muy escrupoloso en averiguar los días fastos para su acción (el Gr lo dice explícitamente). En el mes Nisán cae la Pascua judía, memoria de la liberación de Egipto.

3,8-9 Ante el rey tiene que buscar el favorito una justificación de su conducta. Lo pide el bien de la nación (como en el asunto de Vasti). Su descripción de Israel se inspira en un oráculo de Balaán (Nm 23,9).

El imperialismo tiene que unificar y uniformar, no puede resistir diferencias, tiene que ser intolerante. Como Mardoqueo es distinto de los demás cortesanos, así todo el pueblo judío de los demás pueblos dentro del imperio; y eso es inaceptable. Los derechos de Israel como pueblo se definen concesión tolerante del rey, que se puede revocar por razones de estado. La promesa de dinero hace más sórdida la propuesta. El autor ha hecho una declaración muy importante por boca de su personaje; es un análisis de la razón de estado semejante a la que se encuentra algo dispersa en el comienzo del libro del Éxodo. Refleja la situación en tiempo de los Seléucidas, con antecedentes en el edicto de Ciro (Esd 1,2-4); podrá reflejar la situación bajo el dominio romano.

3,10-11 La facilidad con que Amán consigue su petición es irritante. Esta vez el rey no consulta a su consejo real, sino que abdica su responsabilidad al entregar su sello. ¡Qué voto de confianza para el crimen!

La entrega del anillo parece imitada de Gn 41,42. El rey no pregunta siquiera el nombre de ese pueblo, lo llama simplemente "ellos". La concesión del rey contrasta con la amplitud relativa de Amán: en dos palabras dispone Asuero de diez mil talentos, robados, en cuatro palabras de la vida de un pueblo inocente.

3,12 Según el cómputo del autor, se trata de la víspera de la Pascua.

3,13 El estilo junta la precisión legal con el énfasis retórico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario