miércoles, 10 de mayo de 2017

ESTER. CAPÍTULO 15,4-18.

154Al tercer día, al acabar la oración, Ester se quitó la ropa de suplicante y se vistió con todo lujo. 5Quedó esplendorosa. Luego, invocando al Dios y salvador que vela sobre todos, marchó con dos doncellas, 6apoyándose suavemente en una con delicada elegancia, 7mientras la otra la acopañaba llevando la cola del vestido. 8Ester iba encendida, radiante de hermosura, con el rostro alegre, como una enamorada, pero con el corazón angustiado.
9Atravesó todas las puertas, hasta quedar en pie ante el rey. Estaba sentado en su trono real, revestido de todos sus ornamentos majestuosos, de oro y piedras preciosas. El rey aparecía terrible. 10Levantó la cabeza incendiada de gloria y, en la cumbre de su cólera, lanzó una mirada. La reina palideció y se apoyó en el hombro de la doncella, desmayándose. 11Entonces Dios movió al rey a benevolencia; se inquietó, saltó de su trono y cogió a Ester en sus brazos, animándola con palabras tranquilizadoras mientras ella volvía en sí:
12-¿Qué pasa, Ester? Soy tu esposo. 13Ánimo, no morirás. Nuestra orden es sólo para nuestros súbditos. 14Acércate.
15Puso su cetro de oro sobre el cuello de Ester y la acarició, diciéndole:
-Háblame.
16Ester le dijo:
-Te vi, señor como a un ángel de Dios, y me atemoricé ante tanto esplendor. 17Porque eres admirable, señor, y tu rostro fascina.
18Mientras hablaba, se desmayó. 19El rey se turbó, y todos los cortesanos intentaban reanimarla.

Explicación.

Griego. El texto griego nos ha distraido con dos largas súplicas; para compensar la distancia y la tensión perdida, se complace en explotar la situación casi románticamente, con acompañamiento de languideces y desmayos.
La acción se articula con más detalle y con fuertes contrastes: de los aspectos y de los sentimientos. Cambia con acierto el punto de vista. Introduce explícitamente a Dios.

El lector se explica fácilmente el primer desmayo de Ester: se está jugando la vida  a la carta del humor real; al ver al rey airado se considera perdida. Cuando Ester da una explicación puramente numinosa (vv. 16-17), sin aludir a la ira y al peligro que ha corrido, el lector siente que la respuesta es calculada.

El interés humano amoroso de Asuero por su esposa enriquece la figura original.

15,4 Jdt 10,1-4.

15,10 "La ira del rey es heraldo de muerte, pero el sabio sabe aplacarle" (Prov 16,14); "Hijo mío, teme al Señor y al rey, no provoques a ninguno de los dos, porque de repente salta su castigo, y ¿quién conoce su futuro?" (Prov 24,21-22).

15,11 "El corazón del rey es una acequia en manos de Dios: La dirige adonde quiere" (Prov 21,1).

15,16 2 Sm 14,17.20.

No hay comentarios:

Publicar un comentario