miércoles, 10 de mayo de 2017

ESTER. CAPÍTULO 14.

141La reina Ester, teniendo el peligro inminente, acudió al Señor. 2Se despojó de sus ropas lujosas y se vistió de luto; en vez de perfumes refinados, se cubrió la cabeza de ceniza y basura, y se desfiguró por completo, cubriendo sus cabellos revueltos aquel cuerpo que antes se complacía en adornar. 3Luego rezó así al Señor, Dios de Israel: 
<<Señor mío, único rey nuestro.
Protégeme, que estoy sola
y no tengo otro defensor
fuera de ti,
4pues yo misma
me he puesto en peligro.
5Desde mi infancia oí,
en el seno de mi familia,
cómo tú, Señor, escogiste
a Israel entre las naciones,
a nuestros padres
entre todos sus antepasados
para ser tu heredad perpetua,
y les cumpliste
lo que habías prometido.
6Nosotros hemos pecado
contra ti
dando culto a otros dioses;
7por eso nos entregaste a
nuestros enemigos.
¡Eres justo, Señor!
8Y no les basta
nuestro amargo cautiverio,
sino que se han comprometido
con sus ídolos,
9jurando invalidad el pacto
salido de tus labios,
haciendo desaparecer
tu heredad
y enmudecer
a los que te alaban,
extinguiendo tu altar
y la gloria de tu templo
10y abriendo los labios
de los gentiles
para que den gloria a sus ídolos
y veneren eternamente
a un rey de carne.
11No entregues, Señor, tu cetro
a los que no son nada.
Que no se burlen
de nuestra caída.
Vuelve contra ellos sus planes,
que sirva de escarmiento
el que empezó a atacarnos.
12Atiende, Señor,
muéstrate a nosotros
en la tribulación,
y dame valor, Señor,
rey de los dioses
y señor de poderosos.
13Pon en mi boca
un discurso acertado
cuando tenga que hablar
al león;
haz que cambie
y aborrezca 
a nuestro enemigo,
para que perezca
con todos sus cómplices,
14A nosotros
líbranos con tu mano,
y a mí, que no tengo
otro auxilio
fuera de ti,
protégeme tú,
Señor, que lo sabes todo,
15y sabes que odio
la gloria de los impíos,
que me horroriza
el lecho de los incircuncisos
y de cualquier extranjero.
16Tú conoces mi peligro.
Aborrezco este emblema 
de grandeza 
que llevo en mi frente
cuando aparezco en público.
Lo aborrezco
como un harapo inmundo,
y en privado no lo llevo.
17Tu sierva no ha comido
a la mesa de Amán,
ni estimado
el banquete del rey,
ni bebido vino de libaciones.
18Desde el día de mi exaltación
hasta hoy,
tu sierva sólo se ha deleitado
en ti, Señor, Dios de Abrahán.
19¡Oh Dios
poderoso sobre todos!
Escucha el clamor
de los desesperados,
líbranos de las manos
de los malhechores
y a mí quítame el miedo>>.

Explicación.

14,1-3 Véanse Is 3,24; 32,9-12.

14,3-4 La oración comienza con un tono más personal, con el temblor del peligro propio.

14,5-12 El esquema es tradicional: beneficios de Dios - pecado del pueblo confesado - castigo - petición con motivación. Por la confesión del pecado, con la fórmula "eres justo", se emparenta con liturgias penitenciales del tipo Esd 9; Neh 9; Dn 9; Bar 1-3.

En la situación actual, Israel frente a sus enemigos, se plantea realmente una lucha entre los ídolos y el Señor. La empresa está consagrada con un juramento hecho a los ídolos, la victoria redundará en su alabanza.

El culto a un hombre (del que no se habla en el original hebreo) está en la línea del libro de Judit y Daniel.

14,11 Los que no son nada son los ídolos y sus devotos que se vuelven como ellos, Sal 115,4-8; Is 41,24.29; 44,7. Se trata de la burla del triunfo, según Sal 25,2.

14,13 El león es el rey poderoso y posiblmente hostil (Sal 7,3).

14,15-17 Estas protestas de Ester suenan falsas en el contexto narrativo y hacen resaltar la libertad de espíritu del autor original. El paso del hebreo original al griego documenta el estrechamiento espiritual que ha sufrido parte del pueblo por efecto de las circunstancias.

14,19 En compensación, el último verso de la súplica suena con conmovedora sinceridad.  

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